Kroke

Sus pies maraban el ritmo al son cracoviano de la flauta dulce y el reloj del violín.
En el piso de abajo la escoba no paraba de golpear el techo y, sin querer, se unía al concierto. Mientras, en la calle, el mundo se rendía ante el viento tranquilo de invierno y dentro, en las mismas entrañas del solfeo, el tiempo se para y pregunta gritón: ¿Puedo bailar?
2005-02-06 01:00 | 4 Comentarios
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Comentarios
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Veo que sigue usted escribiendo cosas sobre las que de-pensar y de-reflexionar. Un saludo, señá condesa :)) |
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Otro caballero y siga usté tan genial como siempre ;-) |
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¡Que rule, descalza!
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jojojojojojojojo es de buena cosecha XDD |
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